LOS CAMBIOS DE MALOS HABITOS SOCIALES EMPIEZAN POR DAR EJEMPLOS POSITIVOS EN PEQUEÑAS ACCIONES
COTIDIANAS.
Prefiero el amable agradecimiento del peatón o del conductor al darle pase, que el
amargo orgullo de ser yo el primero en pasar.
Prefiero el agradecimiento o el disgusto sincero del taxista
al felicitarlo porque maneja bien o al decirle “yo no me subo más a su carro”,
si maneja mal; que el silencio cómplice de quedarme callado.
Prefiero manejar a la defensiva respetando las reglas de
tránsito y soportar los bocinazos y gritos groseros de los demás conductores,
que ser parte del montón para “pasar piola”.
Prefiero hacer el esfuerzo de recoger el “popó” de mi
perro de la vía pública y soportar la
mirada de extrañeza de la gente alrededor mío, que atentar contrala salud pública.
Prefiero parecer
ridículo, “mal educado” o anticuado en
una reunión social al rechazar tomar alcohol, que manejar con alguna copa y
atentar contra mi vida y las de los demás.
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