EL EFECTO PLACEBO EN SALUD
Por: Dr. Wilfredo Gutiérrez MD MPH (USA, mayo del 2005)
En EE.UU se estima que anualmente se gasta alrededor de 21,2 a 37,2 billones de dólares solo en las llamadas “medicinas alternativas”, frente a un gasto de 29,3 billones de dólares en la medicina moderna. Ello indica que millones de personas acuden a este tipo de tratamientos y realmente creen que son efectivos para sus males. Sin embargo, numerosas investigaciones hechas con estos tratamientos “alternativos”, demuestran que sus efectos curativos están basados en el “efecto placebo”.
Se llama efecto placebo a la modificación inducida de síntomas, signos u otros indicadores que experimenta el organismo de un paciente, que no es atribuible al mecanismo de acción específico de una terapéutica, ya sea esta mecánica, farmacológica, quirúrgica, ambiental o debida a cualquier otro factor.
Un placebo puede ser definido como una intervención diseñada para simular una terapia médica, la cual no tiene un efecto específico para la condición que está siendo aplicada. Vale decir, corresponde a un procedimiento o intervención que no tiene un efecto fisiológico ni bioquímico sobre la enfermedad o condición en estudio.
Un estudio del Instituto Médico Mente-Cuerpo, de la Universidad de Harvard, revela que "el placebo ejerce beneficios clínicos entre un 60 y un 90 por ciento de enfermedades, incluyendo la angina de pecho, el asma bronquial, el herpes simple y la úlcera duodenal".
¿A que se debe el efecto placebo?
Existen factores dependientes del paciente, del terapeuta, de la maniobra terapéutica, de la naturaleza de la enfermedad y del ambiente, que pueden explicar el “efecto curativo” del placebo.
Entre los factores dependientes del paciente están: A) La confianza que este tenga el terapeuta y en la maniobra terapéutica; pues se ha demostrado que la fe de curación del paciente, moviliza una serie de mecanismos fisiológicos del organismo que favorecen su restablecimiento. B) Sus creencias personales y filosofía de vida; C) sus experiencias previas negativas con otros procedimientos; D) su capacidad de autosugestión. Algunos incluyen también el nivel de instrucción o bagaje cultural del paciente, pero últimamente se ha visto que las personas de todos los niveles son susceptibles en mayor o menor grado al efecto placebo.
Entre los factores dependientes del terapeuta están: A) El tiempo y dedicación dado al paciente, sobre todo en escucharlo en sus detalles personales y de su entorno; B) el tratamiento humano y personalizado que se le brinda al paciente; C) su capacidad de persuasión y convencimiento; D) su capacidad de diagnóstico, pues puede estar “curando” una enfermedad o dolencia no bien diagnosticada y atribuir falsamente propiedades terapéuticas a sus procedimientos. Por ejm. pensar que se está tratando un linfoma (un tipo de cáncer al sistema linfático), cuando en realidad se trata de una mononucleosis infecciosa (una enfermedad viral de signología parecida, pero de remisión espontánea).
Entre los factores dependientes de la maniobra terapéutica están: A) La presentación del producto. Muchos pacientes atribuyen un mayor poder curativo a las cápsulas de color negro o rojo (por ser más fuertes), mientas que a las blancas les atribuyen poco poder (por ser más débiles). B) La vía de administración. Para algunas personas los inyectables “curan más rápido que las inyecciones” o el suero (agua con electrolitos) puesto directamente a la vena, es un gran revitalizante. C) El tipo de intervención. Por los resultados espectaculares de la cirugía, muchas personas creen haber sido “curadas” por intervenciones quirúrgicas simuladas realizadas por los llamados “cirujanos psíquicos”.
Entre los factores dependientes de la naturaleza de la enfermedad están: A) La severidad de la misma, pues hay enfermedades con casi cero por ciento de mortalidad, como el resfrío común o la mayoría de diarreas, y enfermedades con casi el 100% de mortalidad, como la rabia, el SIDA o algunos tipos de cáncer. Ello explica porqué existen cientos de tratamientos caseros o de las “medicinas alternativas” para el resfrío y las diarreas y todos son “efectivos”, no por el remedio en si, sino porque estas enfermedades son causadas por virus no muy agresivos y que el mismo organismo los puede combatir. Basta con dar abundantes líquidos para favorecer la expectoración en el caso del resfrío común y agua con electrolitos para evitar la deshidratación en el caso de las diarreas. Usar antibióticos en estos casos es contraproducente, pues estos no actúan frente a las enfermedades virales. B) Las variaciones propias de la enfermedad, pues hay dolencias con remisiones y exacerbaciones espontáneas, como la artritis reumatoide. la migraña o ciertas alergias. Si el terapeuta no hace un seguimiento a largo plazo de estos casos, puede atribuir falsamente la “curación” a su terapia. C) La etapa de evolución de la enfermedad, que puede ser abordada en su inicio, en su manifestación florida o en su etapa de remisión. Si el terapeuta aborda la enfermedad en esta última etapa, falsamente puede atribuir “curación” a su método curativo.
Entre los factores dependientes del ambiente o entorno del paciente están: A) Las costumbres y la tradición familiar. Si en la familia se cree o no en la medicina tradicional, influirá positiva o negativamente en el efecto placebo de estos tratamientos. B) En ese mismo sentido influirán el entorno de amigos, de miembros de la iglesia o de pares en general, sobre todo con sus testimonios de “curaciones exitosas”. C) El ambiente físico donde se atiende al paciente, es decir si se adecuan o no a sus expectativas y costumbres.
Para atribuir un efecto curativo a un determinado producto o terapia, es necesario demostrar que este es superior al efecto placebo. Esto se hace en los ensayos clínicos controlados (ECC), que evalúan la eficacia de productos farmacológicos cuando no existe una terapia efectiva para una determinada patología. Para ello se toma una amplia muestra de pacientes que padecen de una misma patología y de características semejantes. Se los divide al azar en dos grupos. A uno se le da el medicamento activo y a otro un producto inerte con las mismas características físicas del anterior (placebo). Además, ni lo sujetos en estudio, ni los investigadores deben saber qué producto están recibiendo o administrando (doble ciego). De este modo es posible estimar el efecto real de la intervención estudiada, deduciéndolo del efecto logrado por el placebo en la misma situación clínica.
Dentro de las de las llamadas “medicinas alternativas”, sólo la homeopatía y la acupuntura han hecho este tipo de estudios y con resultados dudosos que no han merecido la aprobación de la FDA.
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