viernes, 24 de diciembre de 2010

INMIGRACION Y OBESIDAD

INMIGRACION Y OBESIDAD

Por Wilfredo Gutiérrez P.   M.D.  M.P.H. (USA, junio del 2007)

Según datos publicados en la revista médica "Journal of the American Medical Association" (JAMA) de abril de este año, en los últimos 25 años, el sobrepeso y la obesidad se ha duplicado entre los adultos estadounidenses y se ha triplicado entre los niños. Según el Instituto de Nacional de Salud y Nutrición (datos de la última encuesta al 2004), el sobrepeso y obesidad en mujeres adultas está en el 62%  y 33% respectivamente; en hombres adultos en 71% y 31%. En niñas de 2 a 19 años la obesidad está  en el 16% y entre los varones en el 18%.

Durante los últimos 20 años, ha llegado a los Estados Unidos de América el mayor número de inmigrantes de toda su historia, en su mayoría procedentes de Asia y América Latina, constituyendo actualmente alrededor de 35 millones de personas. Según un informe The Health of Immigrants in New York City (La salud de los inmigrantes en la ciudad de Nueva York), dado a conocer en julio de este año, los extranjeros que llegan a residir en la ciudad, generalmente tienen menos sobrepeso y obesidad que los residentes estadounidenses; pero a mayor tiempo permanencia, esta se incrementa e incluso sobrepasa a la de los ciudadanos nativos. "La exposición al ambiente estadounidense parece incrementar su riesgo de obesidad y puede contribuir a una reducción en la salud general", refiere el Dr. Thomas R. Frieden, Comisionado de Salud de la ciudad. Según ese estudio, los panameños y los hondureños son más propensos a la obesidad que las poblaciones generales de estadounidenses o extranjeros. 
A conclusiones similares llega el estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe:  La salud de los inmigrantes hispanoamericanos  ( Rev Panam Salud Publica. 2005;17(3):200-201), que dice que en general, a su llegada los inmigrantes tienen menos obesidad abdominal que los estadounidenses, pero a medida que pasan los años de residencia esas ventajas desaparecen. En los mexicanos se ha documentado un aumento de peso con cada generación..
Según el Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el 34.4 por ciento de los adultos obesos analizados entre 1999 y 2000 corresponde a hispanos, mientras que en la llamada población anglosajona el índice es del 28.7 por ciento. En los niños también la situación es alarmante, pues el 23.7 por ciento de niños latinos menores de 11 años son obesos, frente a un 11.8 de blancos no hispanos. Entre los niños hispanos de 2 a 18 años la obesidad llega al 39.3 por ciento, frente a un 26.2 de los niños blancos no hispanos. Igualmente, según el CDC, uno de cada tres niños en los Estados Unidos nacido en el 2000 será diabético, es decir 8 por ciento de los estadounidenses de ascendencia europea, más de 50 por ciento de los afroamericanos y más de 60 por ciento de los hispanoamericanos serán obesos y tendrán diabetes de tipo 2 (diabetes adquirida).
 La obesidad se define como un exceso de tejido adiposo, que acompaña a un aumento del peso corporal, con respecto a lo que correspondería según género, talla y edad. Es un factor importante de riesgo de morbi-mortalidad y se asocia con el incremento de enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, aterosclerosis, cáncer de mama, afecciones de la vesícula biliar, entre otras patologías.

Para  diagnosticar el estado nutricional en niños de 0 a 18 años, se usan las tablas estandarizadas de la OMS y para adultos el Índice de Masa Corporal (IMC) que relaciona el peso en kilos sobre la talla en metros elevada al cuadrado. Según la clasificación del International Dietary Energy Consultative Group de la OMS, los rangos nutricionales según el IMC se muestran en la tabla N° 1.

Tabla N° 1
Clasificación del estado nutricional según rango de IMC
Diagnóstico
IMC
Delgadez
< 18,5
Normalidad
18,5 - 24,9
Sobrepeso
25,0 - 29,9
Obesidad
> 29,9

Como hemos podido apreciar, actualmente, la obesidad entre la población inmigrante hispana en Estados Unidos, constituye una de los problemas de mayor repercusión, no solo desde el punto de vista  sanitario, sino también desde el ámbito psicológico, social y económico. Una explicación de las causas de la misma estaría en que los inmigrantes latinos a los Estados Unidos, generalmente provienen de estratos pobres y las razones por las que éstos ganan rápidamente de peso en este país estaría asociada a la teoría de que la obesidad en la pobreza se asocia a episodios de desnutrición en la edad temprana, e incluso durante la vida intrauterina. Estas carencias son compensadas posteriormente (ya en USA) con una sobreingesta de alimentos de alta densidad energética (harinas y grasas), composición básica de la llamada “comida rápida” o “fast food”. Este tipo de comida es de bajo poder nutricional y generalmente carece de hierro, zinc, ácido fólico, calcio, vitamina A y vitamina C, dando como resultado anemia y osteoporosis entre otras patologías, además de las asociadas a la misma obesidad.  Otros factores están asociados a la herencia genética, factores culturales como creer que el ser gordito (sobre todo en los niños) es sinónimo de buena salud, la vida sedentaria y el incremento de la ansiedad (como producto de la adecuación a un nuevo ritmo de vida).

La solución al problema no es fácil y requiere el concurso de políticas públicas y de acciones a nivel familiar e individual. En el primer campo ya el gobierno estadounidense ha lanzado la iniciativa de salud pública “Healthy People 2010” que considera el fomento de estilos de vida saludables a nivel comunitario y de la escuela como algo prioritario. También a nivel de Estados se ha comenzado a prohibir  la venta de dulces, meriendas y bebidas gaseosas con alto contenido calórico y de grasas saturadas. Igualmente el Congreso está considerando que las cadenas de restaurantes de comida rápida indiquen en sus menús el contenido de grasa, sodio y calorías de cada preparación.

A nivel familiar e individual es importante de que la población inmigrante hispana tome conciencia de los problemas que a corto, mediano y largo plazo ocasiona la obesidad, sobre todo en los niños y se tomen medidas para cambiar los actuales estilos de vida. Algunas medidas recomendadas son las siguientes:

·         Reconocer que la gordura no es signo de buena salud
·         No perder la costumbre de la “dieta latina”, basada en cereales (granos), frijoles, fruta, verduras, pescado, jugos de frutas naturales, consumo de agua en vez de gaseosa y otros alimentos ricos en fibra vegetal. Este tipo de alimentación, además de la obesidad, previene otras enfermedades como el cáncer de colon y muchas otras patologías gastrointestinales.
·         Desarrollar de manera regular alguna actividad física: caminar diariamente unos 30 minutos, practicar algún deporte, montar bicicleta, etc.
·         Limitar en los niños la televisión y los videojuegos  y reemplazarlos por alguna actividad física: patinar, montar bicicleta, nadar, hacer caminata, etc. Aprovechar las miles de posibilidades en el desarrollo de actividades físicas sin costo que este país ofrece. Es importante en este campo que los padres “PREDIQUEN CON EL EJEMPLO”.
·         Cambiar la filosofía de vida con la que viene el inmigrante: Trabajar y trabajar, hacer más y más dinero y consumir y consumir. Ello nos somete a mucho stress, que ocasiona ansiedad, que la calmamos comiendo mas y presionando a los niños a “que terminen el plato”. Tener en cuenta que el trabajo y el dinero son un medio para la vida y no un fin en si. Es importante también alimentar el componente espiritual de cada ser humano.
·         Es mejor mandar a los niños al colegio una “merienda latina” preparada con alimentos frescos balanceados a que consuman la tradicional merienda que se dan en los mismos, sobre todo si esta es en base a frituras y golosinas.. Siempre esta la excusa de que “no hay tiempo”, pero recordemos que en nuestras tierras SI LO HACIAMOS, a pesar que teníamos la misma carga de trabajo que acá. ¿Por qué perder esa buena costumbre?


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